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Hechos 16:7-23 La Biblia: La Palabra de Dios para Todos (PDT)

7. Cuando llegaron a la frontera de Misia, trataron de entrar a la región de Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no los dejó.

8. Por esta razón pasaron de largo a Misia y llegaron a Troas.

9. Esa noche Pablo tuvo una visión en la que un hombre de Macedonia estaba de pie rogándole: «Pasa a Macedonia y ayúdanos».

10. Después de que Pablo tuvo la visión, nos preparamos enseguida para irnos a Macedonia. Teníamos la seguridad de que Dios nos llamaba a anunciar a aquella gente la buena noticia de salvación.

11. Salimos de Troas en barco y nos dirigimos directamente a la isla de Samotracia. Al día siguiente nos embarcamos para Neápolis y

12. de allí fuimos a Filipo, una colonia romana y ciudad importante de esa parte de Macedonia. Allí nos quedamos algunos días.

13. En el día de descanso fuimos al río por la puerta de la ciudad porque pensamos que junto al río podríamos encontrar un lugar de oración de los judíos. Algunas mujeres estaban reunidas allí y nos sentamos a hablar con ellas.

14. Una de ellas se llamaba Lidia, era de la ciudad de Tiatira y vendía tela de púrpura. Ella adoraba a Dios y nos estaba escuchando. El Señor abrió su corazón para que pusiera atención a lo que Pablo decía.

15. Entonces ella y todos los de su casa se bautizaron. Luego ella nos invitó a su casa y dijo: «Si ustedes piensan que yo soy una verdadera creyente del Señor Jesús, entonces vengan a quedarse en mi casa». Ella nos convenció y nos quedamos en su casa.

16. Una vez, mientras íbamos al lugar de oración, una esclava nos salió al encuentro. Tenía un espíritu de adivinación que le daba el poder de decir lo que iba a pasar en el futuro. Haciendo eso, había ganado mucho dinero para sus dueños.

17. Ella nos seguía a nosotros y a Pablo, gritando: —¡Estos hombres son siervos del Dios Altísimo! ¡Les están diciendo cómo se pueden salvar!

18. Ella hizo eso por muchos días, hasta que Pablo no soportó más y entonces se dio vuelta y le dijo al espíritu: —¡Por el poder de Jesucristo, te ordeno que salgas de ella! De inmediato, el espíritu salió de ella.

19. Al ver los dueños de la esclava que se les había esfumado el negocio, agarraron a Pablo y a Silas y los llevaron a las autoridades en la plaza principal de la ciudad.

20. Cuando los presentaron ante las autoridades, les dijeron: —Estos judíos están alborotando nuestra ciudad.

21. Están enseñando costumbres que nosotros, como ciudadanos romanos, no podemos aceptar ni practicar.

22. La multitud se unió en contra de Pablo y Silas. Las autoridades rasgaron las ropas de Pablo y Silas y ordenaron que los azotaran con varas.

23. Después de azotarlos mucho, las autoridades los echaron a la cárcel y le dijeron al carcelero que los vigilara muy bien.

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