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Hechos 16:26-40 La Biblia: La Palabra de Dios para Todos (PDT)

26. De pronto, hubo un temblor de tierra muy grande, tan fuerte que los cimientos de la cárcel temblaron con fuerza. Entonces todas las puertas de la cárcel se abrieron y las cadenas de los presos se soltaron.

27. El carcelero se despertó y vio que las puertas de la cárcel estaban abiertas. Pensó que los prisioneros se habían escapado y tomó su espada para quitarse la vida,

28. pero Pablo le gritó: —¡No te hagas daño! ¡Todos estamos aquí!

29. El carcelero le dijo a alguien que trajera luz, corrió adentro y temblando de miedo cayó delante de Pablo y Silas.

30. Entonces los llevó afuera y les dijo: —¿Qué debo hacer para ser salvo?

31. Le respondieron: —Cree en el Señor Jesús y serás salvo tú y todos los de tu casa.

32. Pablo y Silas les anunciaron el mensaje del Señor al carcelero y a todos los de su casa.

33. A esas horas de la noche, el carcelero los llevó y les lavó las heridas. Inmediatamente fueron bautizados él y todos los de su casa.

34. Después de esto, el carcelero llevó a su casa a Pablo y a Silas y les dio de comer. Él y toda su familia festejaron porque ahora creían en Dios.

35. Temprano en la mañana, las autoridades enviaron unos guardias a decirle al carcelero: «Suelta a esos hombres».

36. El carcelero le dijo a Pablo: —Las autoridades han ordenado su libertad. Así que salgan ahora y váyanse en paz.

37. Pero Pablo les dijo a los guardias: —Las autoridades ordenaron que nos azotaran públicamente sin haber comprobado que hayamos cometido algún delito. Aunque somos ciudadanos romanos, nos echaron en la cárcel y ahora quieren que nos vayamos sin decir nada. ¡Nada de eso! Que vengan ellos mismos a sacarnos.

38. Los guardias informaron a las autoridades lo que Pablo había dicho. Cuando las autoridades se enteraron de que Pablo y Silas eran ciudadanos romanos, tuvieron miedo.

39. Así que fueron a hablar con Pablo y Silas, les ofrecieron disculpas, los sacaron de la cárcel y les pidieron que se fueran de la ciudad.

40. Cuando Pablo y Silas salieron de la cárcel, fueron a la casa de Lidia, donde vieron a los creyentes y les dieron mucho ánimo. Luego partieron de allí.

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