2. Luego vi a otro ángel que venía del oriente y que traía la marca del Dios viviente. Este ángel gritó a los cuatro ángeles que habían recibido el poder de hacer daño a la tierra y al mar.
3. Les decía: «¡Todavía no hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que les pongamos una señal en la frente a todos los que sirven a nuestro Dios!»
4. Entonces oí el número de los que habían recibido la señal: eran ciento cuarenta y cuatro mil de todas las tribus del pueblo de Israel.
5. Recibieron la señal: doce mil de la tribu de Judá; doce mil de la tribu de Rubén; doce mil de la tribu de Gad;
6. doce mil de la tribu de Aser; doce mil de la tribu de Neftalí; doce mil de la tribu de Manasés;
7. doce mil de la tribu de Simeón; doce mil de la tribu de Leví; doce mil de la tribu de Isacar;
8. doce mil de la tribu de Zabulón; doce mil de la tribu de José; doce mil de la tribu de Benjamín.
9. Después de escuchar esto vi una gran multitud delante de mí. Había gente de todas las naciones, familias, razas y lenguas, y era imposible contarlos. Estaban de pie, vestidos de blanco ante el trono y ante el Cordero y tenían ramas de palma en las manos.
10. Gritaban: «¡La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!»
11. Todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono, de los ancianos y de las cuatro criaturas. Ellos se inclinaron hasta el suelo ante el trono y adoraban a Dios
12. diciendo: «¡Así sea! Alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fortaleza a nuestro Dios por siempre. ¡Así sea!»
13. Entonces uno de los ancianos me preguntó: —¿Quiénes son los que están vestidos de blanco y de dónde vienen?
14. Yo le respondí: —Usted lo sabe, señor. Entonces me dijo: —Son los que han pasado por un gran sufrimiento. Han lavado sus ropas y las blanquearon en la sangre del Cordero.