1. El SEÑOR es mi luz y mi salvación. ¿A quién podría yo temerle? El SEÑOR es la fortaleza de mi vida, así que no le temo a nadie.
2. Aunque los perversos me ataquen y traten de destruirme, aunque mis enemigos me ataquen, serán ellos los que tropiecen y caigan.
3. No tendré miedo aunque todo un ejército me rodee. Confiaré en Dios aunque me declaren la guerra.
4. Sólo una cosa le pido al SEÑOR; esto es lo que más quiero: habitar en la casa del SEÑOR por el resto de mi vida. Así podré disfrutar del placer de estar junto al SEÑOR y visitarlo en su templo.
5. Cuando esté en peligro, él me protegerá en su casa. Él me esconderá bajo su techo, me llevará a un lugar seguro.