20. »Les diste tu buen Espíritu para que les enseñara. No les quitaste tu maná para alimentarlos y les diste agua para calmar su sed.
21. Los cuidaste durante cuarenta años en el desierto y allí no les faltó nada. Sus ropas no se desgastaron y sus pies no se hincharon.
22. »Les diste reinos y naciones. Les diste tierras lejanas en las que vivía poca gente. Recibieron las tierras de Sijón, rey de Hesbón y de Og, rey de Basán.
23. Tú hiciste que sus descendientes fueran tan numerosos como las estrellas del cielo. Los trajiste a la tierra que le prometiste a sus antepasados.
24. Los niños entraron y ocuparon esa tierra y tú humillaste a los cananeos que vivían allí. Tú dejaste que nuestros antepasados hicieran lo que quisieran con los cananeos y con sus reyes.
25. Ellos capturaron ciudades fuertes y tierras fértiles. Se apropiaron de casas llenas de cosas buenas, de pozos ya cavados, de viñedos, de árboles de olivo y de muchos árboles frutales. Comieron y comieron hasta que se saciaron y engordaron. Disfrutaron de tu gran bondad.
26. »Pero ellos fueron desobedientes y se rebelaron contra ti. Arrojaron al piso tus enseñanzas. Mataron a tus profetas que les habían advertido que volvieran a ti. Te insultaron terriblemente.
27. »Por eso tú entregaste nuestra gente a los enemigos que los trataron muy mal. Cuando estaban en dificultades, gritaban pidiendo tu ayuda y tú los escuchabas desde el cielo. Gracias a tu gran bondad, tú enviaste salvadores que los rescataran del poder de sus enemigos.
28. Pero tan pronto como se libraban de sus enemigos, volvían a hacer lo que para ti estaba mal y por eso los abandonaste y los dejaste bajo el poder de sus enemigos para que los gobernaran. Pero cuando te imploraron ayuda de nuevo, tú los escuchaste desde el cielo y los rescataste gracias a tu bondad.
29. Tú les advertiste que regresaran a tu ley, pero ellos fueron necios y no obedecieron tus órdenes. Violaron tus leyes que son las que dan vida a quienes las obedecen. Ellos fueron tercos y desobedientes.