10. Maldito el que sólo aparenta hacer el trabajo del SEÑOR; maldito el que no manche de sangre su espada.
11. Moab ha descansado desde su juventud; ha reposado como vino añejo; no ha pasado de un recipiente a otro, nunca ha ido al exilio. Por eso ha conservado su sabor y no ha perdido su aroma.
12. Pero llegará el día, dice el SEÑOR, cuando enviaré gente para agotar a Moab; vaciarán sus vasijas y quebrarán sus cántaros.