11. luego ve con los tuyos adonde están exiliados y dales mi mensaje diles: “Así dice el Señor DIOS”, aunque no te escuchen ni dejen de hacer lo malo».
12. Entonces el Espíritu me levantó y detrás de mí escuché una voz de trueno que decía: «¡Bendita sea la gloria del SEÑOR donde él habita!»
13. Era un ruido como el de un gran terremoto y fue producido por el roce de las alas de los seres vivientes que aleteaban una contra otra y por el ruido de las ruedas que estaban junto a ellas.
14. El Espíritu me levantó y me llevó. Así me fui, con espíritu amargado y enardecido, y el SEÑOR se apoderó de mí.