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Éxodo 32:7-20 La Biblia: La Palabra de Dios para Todos (PDT)

7. El SEÑOR le dijo a Moisés: —Baja, porque el pueblo que sacaste de Egipto cometió un terrible pecado.

8. Rápidamente se olvidaron de lo que les ordené, hicieron un becerro de oro, se inclinaron ante él y le ofrecieron sacrificios. El pueblo dijo: “¡Israel, aquí están tus dioses que te sacaron de Egipto!”

9. El SEÑOR le dijo a Moisés: —Ya me he fijado en este pueblo y me he dado cuenta de que son muy tercos.

10. Ahora, déjame solo para poder descargar mi ira contra ellos. Después haré de ti una gran nación.

11. Moisés le rogó al SEÑOR su Dios y le dijo: —Oh SEÑOR, ¿por qué vas a descargar tu ira contra tu pueblo, el que tú mismo sacaste de Egipto demostrando tu gran poder?

12. Si lo haces, el pueblo de Egipto podría decir: “Los liberó con malas intenciones, para matarlos en las montañas y borrarlos de la superficie de la tierra”. Deja ya esa ira y quítate esa idea de hacerle daño a tu pueblo.

13. Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac e Israel a los que les juraste en tu nombre y les prometiste: “Voy a multiplicar a tus descendientes y haré que sean tantos como las estrellas del cielo. Les voy a dar esta tierra a tus descendientes tal como lo prometí y será de ellos por siempre”.

14. Entonces el SEÑOR renunció a la idea de hacerle daño a su pueblo.

15. Luego Moisés bajó del monte llevando en las manos las dos tablas de piedra del Testimonio, estaban escritas por ambos lados, por el frente y por atrás.

16. Dios mismo hizo las piedras y él mismo escribió los mandamientos en ellas.

17. Cuando Josué escuchó los gritos del pueblo, le dijo a Moisés: —Se oyen sonidos de guerra en el campamento.

18. Moisés respondió: —No oigo sonido de gritos de victoria ni lamentos de derrota; son cantos lo que oigo».

19. Moisés se enojó mucho cuando llegó al campamento y vio al becerro de oro y al pueblo bailando. Entonces arrojó las tablas contra el suelo, las cuales se hicieron pedazos al pie del monte.

20. Luego Moisés agarró al becerro que el pueblo había hecho, lo quemó en el fuego y lo molió hasta volverlo polvo. Después roció el polvo sobre el agua e hizo que los israelitas se tomaran esa agua.

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