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1 Reyes 2:27-42 La Biblia: La Palabra de Dios para Todos (PDT)

27. Salomón le dijo a Abiatar que no seguiría siendo sacerdote del SEÑOR. Esto cumplió lo que el SEÑOR había dicho sobre el sacerdote Elí y su familia cuando vivían en Siló.

28. Cuando Joab escuchó las noticias, tuvo miedo. Había apoyado a Adonías y no a Salomón. Joab salió corriendo a la Carpa Sagrada del SEÑOR para agarrarse de las puntas del altar.

29. Alguien le dijo al rey Salomón que Joab estaba aferrado al altar en la carpa del SEÑOR. Así que Salomón le ordenó a Benaías que fuera a matarlo.

30. Benaías fue a la carpa del SEÑOR y le dijo a Joab: —El rey te ordena que salgas de ahí. Pero Joab le contestó: —¡No! Aquí moriré. Así que Benaías regresó a donde estaba el rey y le contó lo que Joab le había dicho.

31. Entonces el rey le dio esta orden a Benaías: —¡Haz lo que él dice! Mátalo ahí y después sepúltalo. De esta manera librarás a mi familia de la culpa que causó por haber matado a gente inocente.

32. Joab mató a dos hombres más justos y mejores que él: Abner hijo de Ner y Amasá hijo de Jéter. Abner fue el comandante del ejército de Israel y Amasá fue el comandante del ejército de Judá. En su momento mi papá David no supo que Joab los había matado. Por eso el SEÑOR castigará a Joab por los hombres que mató.

33. De esta manera la culpa de su muerte caerá sobre Joab y su familia para siempre, pero el SEÑOR traerá la paz para David, sus descendientes, su familia y su dinastía para siempre.

34. Así que Benaías hijo de Joyadá mató a Joab; quien fue sepultado cerca de su casa en el desierto.

35. Entonces Salomón nombró comandante del ejército a Benaías hijo de Joyadá, en lugar de Joab. También Salomón nombró sacerdote a Sadoc, en lugar de Abiatar.

36. Entonces el rey mandó buscar a Simí y le dijo: —Construye una casa aquí en Jerusalén, vive en ella y no salgas de la ciudad.

37. Pero ten la seguridad de que el día en que tú salgas de Jerusalén, más allá del valle Cedrón, morirás, y la culpa será tuya.

38. Entonces Simí contestó: —Muy bien, Su Majestad, obedeceré. Simí vivió en Jerusalén por mucho tiempo.

39. Pero después de unos tres años, dos de sus esclavos se escaparon y se fueron con los de Aquis hijo de Macá, el rey de Gat. Simí escuchó que sus esclavos estaban en Gat.

40. Así que ensilló su asno y fue a Gat, a donde estaba el rey Aquis para recuperar sus esclavos. Los encontró y los hizo regresar de Gat.

41. Pero alguien le dijo a Salomón que Simí había viajado de ida y vuelta a Gat.

42. Así que Salomón lo mandó buscar y le dijo: —Te hice jurar por el SEÑOR que no saldrías de Jerusalén. Te advertí que si te ibas a cualquier parte morirías. Estuviste de acuerdo y me dijiste que me ibas a obedecer.

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