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1 Reyes 13:25-34 La Biblia: La Palabra de Dios para Todos (PDT)

25. Otros viajeros pasaron por ahí y vieron el cuerpo y el león parado al lado. Así que los hombres fueron a donde vivía el viejo profeta y le contaron lo que habían visto en el camino.

26. Cuando el viejo profeta escuchó esto, dijo: «Ese es el hombre de Dios que no obedeció el mandato del SEÑOR. Así que el SEÑOR mandó un león para matarlo, tal como el SEÑOR le había dicho».

27. Entonces el profeta les dijo a sus hijos: «Ensillen el asno». Y ellos lo ensillaron.

28. Cuando el viejo profeta encontró el cadáver, el asno y el león estaban todavía parados cerca del cuerpo. El león no se lo había comido ni había herido al asno.

29. El profeta puso el cadáver arriba del asno y lo regresó a la ciudad para lamentar su muerte y sepultarlo.

30. Sepultó al hombre en el sepulcro de su propia familia y lo lamentó diciendo: «¡Ay, mi hermano, siento lástima por ti!»

31. Así el profeta viejo sepultó el cadáver y les dijo a sus hijos: «Cuando me muera, pónganme en el mismo sepulcro y coloquen mis huesos en el mismo lugar junto a los de este hombre.

32. Con certeza se cumplirá lo que el SEÑOR habló por medio de él contra el altar que está en Betel y contra los otros santuarios que están en las ciudades de Samaria».

33. Después de esto, Jeroboán no cambió su conducta y siguió su mal camino como si nada. Continuó eligiendo a gente de cualquier tribu para que fueran sacerdotes de los santuarios sobre las colinas. Le daba autoridad de ser sacerdote de los santuarios sobre las colinas a cualquiera que quisiera serlo.

34. Fue este asunto lo que ocasionó que la dinastía de Jeroboán pecara y lo que finalmente la llevó a ser destruida y a que desapareciera de la faz de la tierra.

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