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Marcos 11 La Biblia Hispanoamericana Traducción Interconfesional (BHTI)

Jesús en Jerusalén (11—13)

La entrada en Jerusalén

1. Cerca ya de Jerusalén, al llegar a Betfagé y Betania, al pie del monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos

2. con este encargo:— Vayan a la aldea que tienen ahí enfrente, y nada más entrar encontrarán un pollino atado, sobre el cual nunca ha montado nadie. Desátenlo y tráiganmelo.

3. Y si alguien les pregunta por qué hacen eso, contéstenle que el Señor lo necesita y que en seguida lo devolverá.

4. Los discípulos fueron y encontraron un pollino atado junto a una puerta, en la calle; y lo desataron.

5. Algunos de los que estaban allí les dijeron:— ¿Por qué desatan al pollino?

6. Ellos contestaron lo que Jesús les había dicho, y les dejaron que se lo llevaran.

7. Trajeron el pollino a donde estaba Jesús, colocaron encima sus mantos y Jesús montó sobre él.

8. Muchos alfombraban con sus mantos el camino, mientras otros llevaban ramas cortadas en el campo.

9. Y los que iban delante y los que iban detrás gritaban:— ¡Viva! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

10. ¡Bendito el reino que viene, el reino de nuestro padre David! ¡Gloria al Dios Altísimo!

11. Cuando Jesús entró en Jerusalén, se dirigió al Templo. Después de echar una ojeada por todas partes, como ya estaba anocheciendo, se fue a Betania acompañado de los doce apóstoles.

La higuera sin fruto

12. Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús sintió hambre.

13. Al ver de lejos una higuera muy frondosa, se acercó a ella a ver si tenía fruto; pero encontró únicamente hojas, porque aún no era el tiempo de los higos.

14. Entonces Jesús exclamó de forma que sus discípulos lo oyeran:— ¡Que nunca jamás coma nadie fruto de ti!

Los comerciantes expulsados del Templo

15. Llegaron a Jerusalén y, entrando en el Templo*, Jesús se puso a expulsar a los que allí estaban vendiendo y comprando. Volcó las mesas de los cambistas de moneda y los puestos de los vendedores de palomas,

16. y no permitía que nadie anduviera por el Templo llevando objetos de un lado a otro.

17. Y los instruía increpándolos:— ¿Acaso no dicen las Escrituras que mi casa ha de ser casa de oración para todas las naciones? Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones.

18. Oyeron estas palabras los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley, y comenzaron a buscar la manera de matar a Jesús. Aunque le tenían miedo, porque toda la gente estaba pendiente de su enseñanza.

19. Al llegar la noche, Jesús y sus discípulos salieron de la ciudad.

La higuera maldecida aparece sin fruto

20. Cuando a la mañana siguiente pasaron junto a la higuera, vieron que se había secado hasta la raíz.

21. Entonces Pedro, recordando lo sucedido, dijo a Jesús:— Maestro, mira: la higuera que maldijiste se ha secado.

22. Jesús le contestó:— Tengan fe en Dios.

23. Les aseguro que si alguien dice a ese monte que se quite de ahí y se arroje al mar, y lo dice sin vacilar, creyendo de todo corazón que va a realizarse lo que pide, lo obtendrá.

24. Por eso les digo que obtendran todo lo que pidan en oración, si tienen fe en que van a recibirlo.

25. Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenselo, para que también el Padre que está en los cielos les perdone el mal que ustedes hacen.

26. [Pero, si ustedes no perdonan, tampoco el Padre les perdonará el mal que ustedes hacen].

Cuestionan la autoridad de Jesús

27. Cuando llegaron de nuevo a Jerusalén, mientras Jesús estaba paseando por el Templo, se acercaron a él los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos,

28. y le preguntaron:— ¿Con qué derecho haces tú todo eso? ¿Quién te ha autorizado a hacer lo que estás haciendo?

29. Jesús les contestó:— Yo también voy a preguntarles una cosa. Respóndanme y les diré con qué derecho hago todo esto.

30. ¿De quién recibió Juan el encargo de bautizar: de Dios o de los hombres? ¡Respóndanme!

31. Ellos se pusieron a razonar entre sí: “Si contestamos que lo recibió de Dios, él dirá: ‘¿Por qué, pues, no le creyeron?’

32. Pero ¿cómo vamos a decir que lo recibió de los hombres?”. Y es que temían la reacción del pueblo, porque todos tenían a Juan por profeta.

33. Así que respondieron:— No lo sabemos.Entonces Jesús les replicó:— Pues tampoco yo les diré con qué derecho hago todo esto.