22. Todos quedaban impresionados por sus enseñanzas, porque los enseñaba como quien tiene autoridad y no como los maestros de la ley.
23. Estaba allí, en la sinagoga* un hombre poseído por un espíritu impuro, que gritaba:
24. — ¡Jesús de Nazaret, déjanos en paz! ¿Has venido a destruirnos? ¡Te conozco bien: tú eres el Santo de Dios!
25. Jesús lo increpó, diciéndole:— ¡Cállate y sal de él!
26. El espíritu impuro, sacudiéndolo violentamente y dando un gran alarido, salió de él.
27. Todos quedaron asombrados hasta el punto de preguntarse unos a otros:— ¿Qué está pasando aquí? Es una nueva enseñanza, llena de autoridad. Además, este hombre da órdenes a los espíritus impuros, y lo obedecen.
28. Y muy pronto se extendió la fama de Jesús por todas partes en la región entera de Galilea.
29. Al salir de la sinagoga, Jesús fue a casa de Simón y Andrés, acompañado también por Santiago y Juan.
30. Le dijeron que la suegra de Simón estaba en cama, con fiebre.
31. Él entonces se acercó, la tomó de la mano e hizo que se levantara. Al instante le desapareció la fiebre y se puso a atenderlos.
32. Al anochecer, cuando ya el sol se había puesto*, le llevaron todos los enfermos y poseídos por demonios.
33. Toda la gente de la ciudad se apiñaba a la puerta,
34. y Jesús curó a muchos que padecían diversas enfermedades y expulsó muchos demonios; pero a los demonios no les permitía que hablaran de él, porque lo conocían.
35. De madrugada, antes de amanecer, Jesús se levantó y, saliendo de la ciudad, se dirigió a un lugar apartado a orar.
36. Simón y los que estaban con él fueron en su busca
37. y, cuando lo encontraron, le dijeron:— Todos están buscándote.