13. Son olas de un mar embravecido, que arroja la espuma de sus propias desvergüenzas; estrellas fugaces, cuyo eterno destino es la tiniebla sin fondo.
14. A ellos se refería Enoc, el séptimo patriarca después de Adán, cuando profetizó: “Miren cómo viene el Señor con sus innumerables ángeles
15. para juzgar a todos y desenmascarar a los malvados por todas las acciones criminales que han cometido, para tapar la boca a los impíos que han hablado contra él con insolencia”.