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Juan 20:11-29 La Biblia Hispanoamericana Traducción Interconfesional (BHTI)

11. María se había quedado fuera, llorando junto al sepulcro. Sin cesar de llorar, se asomó al interior del sepulcro

12. y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.

13. Los ángeles le preguntaron:— Mujer, ¿por qué lloras?Ella contestó:— Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.

14. Volvió entonces la vista atrás, y vio a Jesús que estaba allí, pero no lo reconoció.

15. Jesús le preguntó:— Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién estás buscando?Ella, creyendo que era el jardinero, le contestó:— Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo misma iré a recogerlo.

16. Entonces Jesús la llamó por su nombre:— ¡María!Ella se volvió y exclamó en arameo:— ¡Rabboní! (que quiere decir “Maestro”).

17. Jesús le dijo:— No me retengas, porque todavía no he ido a mi Padre. Anda, ve y diles a mis hermanos que voy a mi Padre, que es también el Padre de ustedes; a mi Dios, que es también el Dios de ustedes.

18. María Magdalena fue a donde estaban los discípulos y les anunció:— He visto al Señor y esto es lo que me ha encargado.

19. Aquel mismo primer día de la semana*, al anochecer, estaban reunidos los discípulos en una casa, con las puertas bien cerradas por miedo a los judíos. Se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo:— La paz esté con ustedes.

20. Dicho lo cual les enseñó las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.

21. Jesús volvió a decirles:— La paz esté con ustedes. Como el Padre me envió a mí, así los envío yo a ustedes.

22. Sopló entonces sobre ellos y les dijo:— Reciban el Espíritu Santo.

23. A quienes perdonen los pecados, les quedarán perdonados; a quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.

24. Tomás, uno del grupo de los doce, a quien llamaban “el Mellizo”, no estaba con ellos cuando se les presentó Jesús.

25. Así que le dijeron los otros discípulos:— Hemos visto al Señor.A lo que Tomás contestó:— Si no veo en sus manos la señal de los clavos; más aún, si no meto mi dedo en la señal dejada por los clavos y mi mano en la herida del costado, no lo creeré.

26. Ocho días después, se hallaban también reunidos en casa los discípulos, y Tomás con ellos. Aunque tenían las puertas bien cerradas, Jesús se presentó allí en medio y les dijo:— La paz esté con ustedes.

27. Después dijo a Tomás:— Trae aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en la herida de mi costado. Y no seas incrédulo, sino creyente.

28. Tomás contestó:— ¡Señor mío y Dios mío!

29. Jesús le dijo:— ¿Crees porque has visto? ¡Dichosos los que crean sin haber visto!

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