39. Jesús les ordenó:— Quiten la piedra.Marta, la hermana del difunto, le advirtió:— Señor, tiene que oler ya, pues lleva sepultado cuatro días.
40. Jesús le contestó:— ¿No te he dicho que, si tienes fe, verás la gloria de Dios?
41. Quitaron, pues, la piedra y Jesús, mirando al cielo, exclamó:— Padre, te doy gracias porque me has escuchado.
42. Yo sé que me escuchas siempre; si me expreso así, es por los que están aquí, para que crean que tú me has enviado.
43. Dicho esto, exclamó con voz potente:— ¡Lázaro, sal afuera!
44. Y salió el muerto con las manos y los pies ligados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo:— Quítenle las vendas y déjenlo andar.
45. Al ver lo que había hecho Jesús, muchos de los judíos que habían ido a visitar a María creyeron en él.
46. Otros, sin embargo, fueron a contar a los fariseos lo que Jesús acababa de hacer.
47. Entonces, los jefes de los sacerdotes y los fariseos convocaron una reunión urgente del Consejo Supremo donde acordaron:— Es necesario tomar alguna medida ya que este hombre está haciendo muchas cosas sorprendentes.
48. Si dejamos que continúe así, todo el mundo va a creer en él, con lo que las autoridades romanas tendrán que intervenir y destruirán nuestro Templo y nuestra nación.
49. Uno de ellos llamado Caifás, que era el sumo sacerdote aquel año, se explicó así:— Si ustedes fueran perspicaces,
50. se darían cuenta de que es preferible que muera un solo hombre por el pueblo a que toda la nación sea destruida.