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Hechos 8:16-32 La Biblia Hispanoamericana Traducción Interconfesional (BHTI)

16. pues aún no había descendido sobre ninguno de ellos; únicamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús, el Señor.

17. Les impusieron, pues, las manos y recibieron el Espíritu Santo.

18. Al ver Simón que cuando los apóstoles imponían las manos se impartía el Espíritu, les ofreció dinero,

19. diciendo:— Concédanme también a mí el poder de que, cuando imponga las manos a alguno, reciba el Espíritu Santo.

20. — ¡Al infierno tú y tu dinero! —le contestó Pedro—. ¿Cómo has podido imaginar que el don de Dios es un objeto de compraventa?

21. No es posible que recibas ni tengas parte en este don, pues Dios ve que tus intenciones son torcidas.

22. Arrepiéntete del mal que has hecho y pide al Señor que, si es posible, te perdone el haber abrigado tal pensamiento.

23. Veo que la envidia te corroe y la maldad te tiene encadenado.

24. Simón respondió:— Oren por mí al Señor para que nada de lo que ustedes han dicho me suceda.

25. Una vez que Pedro y Juan cumplieron su misión de testigos y proclamaron el mensaje del Señor, emprendieron el regreso a Jerusalén, anunciando de paso la buena noticia en muchas poblaciones samaritanas.

26. Un ángel del Señor* dio a Felipe estas instrucciones:— Ponte en camino y dirígete hacia el sur por la ruta que va desde Jerusalén hasta Gaza, la ruta del desierto.

27. Felipe partió sin pérdida de tiempo. A poco divisó a un hombre, que resultó ser un eunuco* etíope*, alto funcionario de Candace, reina de Etiopía, de cuyo tesoro era administrador general. Había venido en peregrinación a Jerusalén

28. y ahora, ya de regreso, iba sentado en su carro leyendo el libro del profeta Isaías.

29. El Espíritu dijo a Felipe:— Adelántate y acércate a ese carro.

30. Felipe corrió hacia el carro y, al oír que su ocupante leía al profeta Isaías, le preguntó:— ¿Entiendes lo que estás leyendo?

31. El etíope respondió:— ¿Cómo puedo entenderlo si nadie me lo explica?E invitó a Felipe a subir al carro y sentarse a su lado.

32. El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era este: Como oveja fue llevado al sacrificio; y como cordero que no abre la boca ante el esquilador, tampoco él despegó sus labios.

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