Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Hechos 22:1-15 La Biblia Hispanoamericana Traducción Interconfesional (BHTI)

1. — Hermanos israelitas y dirigentes de nuestra nación, escuchen lo que ahora voy a alegar ante ustedes en mi defensa.

2. Al oír que se expresaba en arameo, prestaron más atención.

3. — Soy judío —afirmó Pablo—; nací en Tarso de Cilicia*, pero me he educado en esta ciudad. Mi maestro fue Gamaliel, quien me instruyó con esmero en la ley de nuestros antepasados. Siempre he mostrado un celo ardiente por Dios, igual que ustedes hoy.

4. He perseguido a muerte a los seguidores de este nuevo camino del Señor, apresando y metiendo en la cárcel a hombres y mujeres.

5. De ello pueden dar testimonio el sumo sacerdote y todo el Consejo de Ancianos, pues de ellos recibí cartas para nuestros correligionarios judíos de Damasco, adonde me dirigía con el propósito de apresar a los creyentes que allí hubiera y traerlos encadenados a Jerusalén para ser castigados.

6. Iba, pues, de camino cuando, cerca ya de Damasco, hacia el mediodía, me envolvió de repente una luz deslumbrante que procedía del cielo.

7. Caí al suelo y escuché una voz, que me decía: “Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?”.

8. “¿Quién eres, Señor?”, —pregunté—. “Soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues”, —me contestó—.

9. Mis acompañantes vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba.

10. Yo pregunté: “¿Qué debo hacer, Señor?”. El Señor me dijo: “Levántate y vete a Damasco. Allí te dirán lo que se te ha encargado realizar”.

11. Como el fulgor de aquella luz me había dejado ciego, mis acompañantes me condujeron de la mano hasta Damasco.

12. Había allí un hombre llamado Ananías, fiel cumplidor de la ley y muy estimado por todos los residentes judíos.

13. Este vino a mi encuentro y, poniéndose a mi lado, me dijo: “Hermano Saúl, recobra la vista”. Al instante recobré la vista y pude verlo.

14. Ananías, por su parte, añadió: “El Dios de nuestros antepasados te ha escogido para manifestarte su voluntad, para que vieras al Justo y oyeras su propia voz.

15. Porque debes ser su testigo ante todos de cuanto has oído y presenciado.

Leer capítulo completo Hechos 22