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Hechos 21:9-27 La Biblia Hispanoamericana Traducción Interconfesional (BHTI)

9. Tenía Felipe cuatro hijas solteras que poseían el don de profecía.

10. Llevábamos ya varios días en Cesarea, cuando llegó de Judea un profeta llamado Agabo.

11. Vino a vernos, tomó el cinturón de Pablo, se ató con él los pies y las manos y dijo:— Esto dice el Espíritu Santo: “Así atarán los judíos en Jerusalén al dueño de este cinturón. Después lo entregarán en manos de extranjeros”.

12. Al oír esto, tanto los creyentes de la localidad como nosotros rogamos a Pablo que no fuera a Jerusalén.

13. Pero él respondió:— ¿Por qué me desaniman con su llanto? Estoy dispuesto no sólo a dejarme encadenar, sino a morir en Jerusalén por la causa de Jesús, el Señor.

14. Y, como no había manera de disuadirlo, dejamos de insistir, diciendo resignados:— ¡Que se haga la voluntad del Señor!

15. Unos días más tarde, preparamos nuestro equipaje y nos dirigimos a Jerusalén.

16. Nos acompañaron algunos discípulos de Cesarea, quienes nos prepararon alojamiento en casa de Mnasón, un antiguo creyente chipriota.

17. Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con alegría.

18. Al día siguiente fuimos con Pablo a visitar a Santiago*. Asistieron a la reunión todos los dirigentes.

19. Pablo los saludó y a continuación les refirió detalladamente todo lo que Dios había llevado a cabo entre los no judíos por su ministerio.

20. Ellos alabaron a Dios al oír esto, pero al mismo tiempo dijeron a Pablo:— Como ves, hermano, millares de judíos son ahora creyentes. Y todos siguen siendo fieles observantes de la ley.

21. Por otra parte, les han informado que tú induces a todos los judíos residentes en el extranjero a abandonar la ley de Moisés y que les aconsejas que no circunciden a sus hijos ni observen nuestras tradiciones.

22. ¿Qué hacer en tal situación? Porque, sin duda, se enterarán de que has llegado.

23. Lo mejor es que sigas este consejo que te damos. Están con nosotros cuatro hombres obligados aún a cumplir una promesa.

24. Llévalos contigo, participa con ellos en el ritual de la purificación y paga lo que les cueste raparse la cabeza. Todos sabrán así que los rumores que circulan acerca de ti carecen de fundamento, y que tú mismo observas y cumples fielmente la ley.

25. En lo concerniente a los no judíos que han abrazado la fe, en su día les comunicamos por escrito nuestra decisión, a saber, que se abstengan de comer carne ofrecida a los ídolos o procedente de animales ahogados, y que se abstengan también de alimentarse de sangre y de cometer cualquier clase de inmoralidad sexual.

26. Tomó, pues, Pablo consigo a aquellos hombres, y al siguiente día inició con ellos la ceremonia de la purificación. Después entró en el Templo para fijar la fecha en que, una vez terminado el período de la purificación, debía ofrecerse un sacrificio por cada uno de ellos.

27. A punto de cumplirse los siete días, unos judíos de la provincia de Asia vieron a Pablo en el Templo y, amotinando a la gente, se abalanzaron sobre él

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