Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Hechos 19:22-36 La Biblia Hispanoamericana Traducción Interconfesional (BHTI)

22. Envió, por tanto, a Macedonia a dos de sus ayudantes, Timoteo y Erasto, mientras él se quedó algún tiempo más en la provincia de Asia.

23. Por aquellas fechas se originó un serio motín popular a causa del nuevo camino del Señor.

24. Cierto orfebre llamado Demetrio fabricaba reproducciones en plata del templo de Artemisa, con lo cual facilitaba cuantiosas ganancias a los artesanos.

25. Reunió el tal Demetrio a estos y a los demás obreros del ramo y les dijo:— Compañeros, ya saben que nuestro bienestar depende de nuestro oficio.

26. Y seguro que habrán visto y oído cómo ese individuo, Pablo, ha logrado convencer a multitud de gente, no sólo en Éfeso, sino en casi toda la provincia de Asia, que no pueden ser dioses los que fabricamos con nuestras manos.

27. Esto no solamente trae consigo el riesgo de desacreditar nuestra profesión, sino de que se pierda el respeto al templo de nuestra gran diosa Artemisa y cese el culto que actualmente se rinde a su divina grandeza en toda la provincia de Asia y en el mundo entero.

28. Al oír estas palabras, enardecidos de furia, comenzaron a gritar:— ¡Viva la Artemisa de Éfeso!

29. La agitación conmovió a la ciudad entera, que se precipitó en masa hacia el teatro, arrastrando consigo a Gayo y a Aristarco, los dos macedonios compañeros de Pablo.

30. Este quiso presentarse ante la muchedumbre amotinada, pero se lo impidieron los discípulos.

31. Incluso algunos amigos suyos, que ostentaban altos cargos en la provincia de Asia, le enviaron aviso para disuadirlo de que hiciera acto de presencia en el teatro.

32. Mientras tanto, el desconcierto reinaba entre la multitud. Unos gritaban una cosa; otros, otra. Pero la mayor parte de ellos ignoraban para qué se habían congregado.

33. Algunos de los presentes animaron a un tal Alejandro para que hablara en nombre de los judíos. Alejandro pidió silencio haciendo señas con la mano de que deseaba hablar al pueblo.

34. Pero al advertir que era judío, todos a una se pusieron a gritar:— ¡Viva la Artemisa de Éfeso!Y así estuvieron gritando durante casi dos horas.

35. Hasta que el secretario de la ciudad consiguió calmar a la muchedumbre y se expresó así:— Efesios, nadie desconoce que a la ciudad de Éfeso le ha sido encomendada la custodia del templo de la gran Artemisa y de su imagen venida del cielo.

36. Como esto es innegable, conviene que se apacigüen antes de cometer cualquier barbaridad.

Leer capítulo completo Hechos 19