Entonces ella me dijo:— Es un regalo que me han hecho, además de pagarme mi trabajo.Pero yo no le creí, sino que insistí en que se lo devolviera a sus dueños. Porque me sentía avergonzado de que hubiera hecho una cosa semejante; a lo que ella me respondió:— ¿De qué te sirve el hacer limosnas? ¿Dónde están tus buenas obras? ¡Ahora se ve claramente lo que tú eres!