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Judit 1:1-11 La Biblia Hispanoamericana Traducción Interconfesional (BHTI)

1. En el año duodécimo* del reinado de Nabucodonosor, rey de los asirios* en la gran ciudad de Nínive, Arfaxad* era rey de los medos en Ecbatana.

2. Este último hizo levantar en torno a Ecbatana un muro de piedras labradas. Cada una de ellas medía un metro y medio de ancho por tres de largo, y la altura del muro era de treinta y cinco metros, y de veinticinco su espesor.

3. Junto a las puertas de la ciudad mandó construir torres de cincuenta metros de altura, sobre cimientos de treinta metros de lado;

4. y en cuanto a las puertas, las construyó de treinta y cinco metros de alto por veinte de ancho, para que por ellas saliera su poderoso ejército y desfilase su infantería.

5. Por aquella época, el rey Nabucodonosor guerreó contra el rey Arfaxad en la gran llanura que está en los términos de Ragau.

6. A Nabucodonosor se le unieron todos los habitantes de la región montañosa, los que vivían en las riberas del Éufrates, del Tigris y del Hidaspes*, y también todos los de las llanuras de Arioc*, rey de los elamitas. Entonces se unieron muchos otros pueblos para combatir contra los descendientes de Jeleud.

7. Nabucodonosor, rey de los asirios, envió mensajes a los habitantes de Persia y a los que vivían en occidente: en Cilicia, en Damasco, en el Líbano y en el Antilíbano, además de a todos los habitantes de la costa.

8. También a los pueblos del Carmelo, de Galaad, de la Alta Galilea y de la gran llanura de Esdrelón;

9. así como a los habitantes de Samaría y sus ciudades, a los del otro lado del Jordán hasta Jerusalén, a los de Batane, Jelús* y Cadés; a los del río de Egipto, a los de Tafnes y Ramesés, y a todo el país de Gosén

10. hasta más allá de Tanis y Menfis, y a los que habitaban en Egipto, hasta la misma frontera de Etiopía.

11. Pero todos los que vivían en aquellas tierras despreciaron el llamamiento de Nabucodonosor, rey de los asirios; se negaron a ir con él a la batalla, pues no le temían, porque les parecía un hombre falto de aliados. De modo que, después de afrentar a sus mensajeros, los despidieron con las manos vacías.

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