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Josué 22:21-34 La Biblia Hispanoamericana Traducción Interconfesional (BHTI)

21. Los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés respondieron a los jefes de los clanes de Israel:

22. — El Dios de los dioses, el Señor, lo sabe bien, y debe saberlo también Israel. Si nos hemos rebelado contra el Señor o le hemos sido infieles, que no nos perdone hoy.

23. Y si hemos erigido un altar para apartarnos del Señor, ofreciendo en él holocaustos, oblaciones o sacrificios de comunión, que el Señor nos pida cuentas.

24. Pero no ha sido así. Lo hemos hecho preocupados por si el día de mañana sus descendientes pudieran decir a los nuestros: “¿Qué tienen que ver ustedes con el Señor, el Dios de Israel?

25. Entre nosotros y ustedes —rubenitas y gaditas— el Señor ha puesto la frontera del Jordán. Ustedes no tienen parte con el Señor”. De esta manera, sus descendientes harían que los nuestros dejaran de respetar al Señor.

26. Así las cosas, nos hemos dicho: Construyamos un altar, pero no para holocaustos, ni sacrificios,

27. sino como testimonio, tanto entre nosotros y ustedes como entre los que nos sucedan, de que rendimos culto al Señor con los holocaustos y sacrificios de comunión que ofrecemos en su presencia. Así el día de mañana sus descendientes no podrán decir a los nuestros: “No tienen parte con el Señor”.

28. Hemos pensado que si el día de mañana alguien se dirigiera a nosotros o a nuestros descendientes con estas palabras, les podremos responder: “Observen la forma del altar del Señor que hicieron nuestros antepasados, que no es como para ofrecer holocaustos ni sacrificios, sino para que sirva de testigo entre ustedes y nosotros”.

29. Lejos de nosotros rebelarnos hoy contra el Señor y apartarnos de su servicio, erigiendo —con el fin de ofrecer en él holocaustos, oblaciones o sacrificios— un altar distinto del altar que el Señor, nuestro Dios, ha erigido delante de su morada.

30. Cuando el sacerdote Finés, los jefes de la comunidad y los notables de los clanes israelitas que lo acompañaban, oyeron la explicación ofrecida por los rubenitas, los gaditas y los de la media tribu de Manasés, se dieron por satisfechos.

31. Y el sacerdote Finés*, hijo de Eleazar, dijo a rubenitas, gaditas y manasitas:— Ahora reconocemos que el Señor está en medio de nosotros, pues ustedes no le han sido infieles y así han librado a los israelitas de ser castigados por el Señor.

32. El sacerdote Finés*, hijo de Eleazar, y los jefes de la comunidad, se despidieron de los rubenitas y de los gaditas, regresando del país de Galaad al de Canaán e informando a los israelitas de lo ocurrido.

33. El informe dejó satisfechos a los israelitas que dieron gracias a Dios y no hablaron más de atacar y devastar el territorio habitado por los rubenitas y los gaditas.

34. Estos, a su vez, llamaron al altar “Testigo”, porque se dijeron: “Será testigo entre nosotros de que el Señor es Dios”.

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