14. déjame que los aniquile hasta que nadie los recuerde nunca más. Después haré que tú des origen a una nación más numerosa y fuerte que la de ellos.
15. Yo me volví y descendí de la montaña, que ardía envuelta en llamas, llevando en mis manos las dos losas de la alianza.
16. Y cuando vi que, efectivamente, ustedes habían pecado contra el Señor su Dios al fabricarse un becerro de metal, y se habían apartado muy pronto del camino que el Señor les había indicado,
17. tomé las dos losas que traía en mis manos y las arrojé delante de ustedes haciéndolas añicos.
18. Luego me postré ante el Señor, como ya hiciera antes, y durante cuarenta días y cuarenta noches estuve sin comer ni beber, por causa del gran pecado que habían cometido haciendo lo que el Señor reprueba y provocando así su ira.
19. Tenía miedo del enojo y de la ira con que el Señor se enfureció contra ustedes hasta el punto de querer aniquilarlos. Pero el Señor me escuchó una vez más.