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Baruc 2:16-31 La Biblia Hispanoamericana Traducción Interconfesional (BHTI)

16. Míranos, Señor, desde tu santa casa. Inclina a nosotros tu oído, y óyenos;

17. abre tus ojos, Señor, y mira, pues no son los muertos que habitan el abismo*, cuyo espíritu fue separado de sus entrañas*, quienes van a glorificar y honrar al Señor.

18. Los que te glorifican y te honran, Señor, son aquellos que viven afligidos hasta el extremo y andan encorvados, sin fuerzas, con la mirada debilitada por el hambre.

19. No nos apoyamos en los méritos de nuestros antepasados y en los de nuestros reyes para venir ante tu presencia e implorar tu misericordia, Señor Dios nuestro.

20. Descargaste tu ira y tu furor contra nosotros, tal como lo habías anunciado por medio de tus siervos los profetas que decían:

21. “Esto dice el Señor: inclinen su espalda y sirvan al rey de Babilonia, y así podrán seguir viviendo en la tierra que yo di a sus antepasados;

22. pero si no escuchan la palabra del Señor y no se someten al rey de Babilonia,

23. haré que en las ciudades de Judá, y dentro de Jerusalén, cesen las voces de alegría y regocijo, los cantos del esposo y la esposa. El país entero será un desierto inhabitado”.

24. Pero como nosotros no obedecimos tu mandato de servir al rey de Babilonia, tú cumpliste las palabras que habías anunciado por medio de tus siervos los profetas: que los huesos de nuestros reyes y los huesos de nuestros antepasados serían sacados de sus tumbas.

25. Así ha sido, en efecto, pues los huesos de quienes murieron entre crueles sufrimientos a causa del hambre, la guerra y la peste, fueron arrojados al calor del día y al frío de la noche.

26. Y por la maldad de la casa de Israel y de la casa de Judá, tú has reducido el Templo donde se invocaba tu nombre, al estado en que hoy se encuentra.

27. Sin embargo, Señor Dios nuestro, tú nos has tratado con bondad según tu gran misericordia,

28. tal como lo habías anunciado por medio de tu siervo Moisés el día en que le ordenaste escribir la ley en presencia de los israelitas, diciendo:

29. “Si no hacen caso a mi voz, esta incontable muchedumbre quedará reducida a un pequeño número en medio de las naciones entre las cuales la dispersaré.

30. Yo sé que no van a obedecerme, porque es un pueblo muy terco; pero en el país de su exilio reflexionarán

31. y reconocerán que yo soy el Señor su Dios. Yo les daré un corazón dócil y unos oídos atentos,

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