9. La mujer de Tecoa insistió:— Majestad, yo y mi familia somos los responsables; el rey y su trono no tienen culpa.
10. El rey le dijo:— Si alguien te dice algo, me lo traes, que no te volverá a molestar.
11. Ella le dijo:— Su majestad pida a Dios que el defensor de la sangre* no aumente las desgracias, acabando con mi hijo.Él afirmó:— ¡Vive Dios, que nadie tocará ni un pelo de tu hijo!
12. La mujer insistió:— Permita su majestad que su servidora añada algo más.El rey le dijo:— Habla.