20. Me alegraré de que, gracias a Dios, ustedes y sus hijos gocen de buena salud y sus asuntos marchen como desean.
21. En cuanto a mí, que al regresar de la región de Persia contraje una penosa enfermedad, recuerdo con gratitud sus muestras de afecto y respeto, y he creído necesario preocuparme por la común seguridad de todos.
22. No es que yo desespere de mi situación, pues tengo mucha confianza en llegar a restablecerme de esta enfermedad;
23. sin embargo, tengo presente que, cuando mi padre emprendía una campaña militar en las regiones altas, designaba un sucesor
24. a fin de que, si sucedía algo imprevisto o corría algún rumor desagradable, los habitantes de las provincias no se sintieran intranquilos, conociendo de antemano a quién se le había confiado el gobierno.
25. Me consta, además, que los gobernantes de los países vecinos a mi reino están al acecho de una oportunidad favorable. Por eso he designado rey a mi hijo Antíoco, a quien en muchas ocasiones, durante mis campañas en las regiones altas, ya había presentado y recomendado a la mayor parte de ustedes. A él le he escrito la carta que va a continuación.
26. Les ruego, pues, a todos ustedes, que no olviden los beneficios públicos y privados que de mí han recibido, sino que conserven hacia mi hijo la misma lealtad que han tenido conmigo.