Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

2 Macabeos 3:30-40 La Biblia Hispanoamericana Traducción Interconfesional (BHTI)

30. los judíos daban gracias al Señor que había glorificado su propio lugar. El Templo, donde poco antes reinaba el miedo y la consternación, ahora se veía lleno de alegría y júbilo por la manifestación del Señor todopoderoso.

31. Muy pronto, los compañeros de Heliodoro corrieron a pedir a Onías que invocara al Altísimo para que perdonase la vida al que estaba a punto de fallecer.

32. El sumo sacerdote, temiendo que el rey sospechara que Heliodoro había sufrido un atentado a manos de los judíos, ofreció un sacrificio por su curación.

33. Y sucedió que mientras el sumo sacerdote ofrecía aquel sacrificio por el pecado, los mismos jóvenes con los mismos vestidos se presentaron de nuevo a Heliodoro y, puestos de pie, le dijeron:— Da muchas gracias al sumo sacerdote Onías, pues el Señor te ha perdonado la vida porque él ha intercedido en tu favor.

34. Ahora tú, que has recibido el castigo del cielo, proclama ante todos la grandeza del poder de Dios.Dicho esto, desaparecieron.

35. Heliodoro ofreció un sacrificio al Señor y le hizo grandes promesas por haberlo mantenido con vida. Después se despidió de Onías y regresó con sus tropas adonde estaba el rey.

36. En presencia de todos daba testimonio de las obras del gran Dios a quien él había visto con sus propios ojos.

37. El rey preguntó entonces a Heliodoro a quién podría enviar otra vez a Jerusalén. Heliodoro le respondió:

38. — Si tienes algún enemigo o alguien que conspire contra tu gobierno, envíalo allá. Si sobrevive, volverá aquí destrozado por azotes, porque te aseguro que en ese lugar rige un poder divino.

39. Pues el que habita en el cielo vela sobre ese lugar y lo protege; y a cualquiera que se acerque allí con mala intención, lo golpea y lo lleva a la muerte.

40. Esto fue lo que le sucedió a Heliodoro, y así se salvó el tesoro del Templo.

Leer capítulo completo 2 Macabeos 3