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2 Macabeos 15:3-17 La Biblia Hispanoamericana Traducción Interconfesional (BHTI)

3. Pero el muy criminal preguntó si había en el cielo un soberano que hubiera ordenado celebrar el sábado.

4. Ellos respondieron:— El Señor que vive y es Soberano en el cielo, es quien ha mandado celebrar el séptimo día.

5. Nicanor replicó:— Pues yo, que soy soberano en la tierra, ordeno que se empuñen las armas y se obedezca al rey.Sin embargo, no pudo llevar a término su perverso designio.

6. Delirando de soberbia, se propuso Nicanor levantar un monumento público con los despojos que pensaba arrebatar a Judas y los suyos.

7. Pero en ningún momento el Macabeo dejó de confiar en el Señor y de esperar su ayuda;

8. exhortaba a los suyos a que no temieran el ataque de los paganos, sino que tuvieran presente el auxilio que en otro tiempo habían recibido del cielo; también ahora el Señor todopoderoso les daría la victoria.

9. Les infundía aliento con las palabras de la ley y los profetas, y los animaba recordándoles los combates que antes habían sostenido.

10. De esta manera los llenaba de valor, y al mismo tiempo les hacía ver la perfidia de los paganos y la transgresión de sus juramentos.

11. Después de haberlos armado, más con aquellos discursos de aliento que con la seguridad de los escudos y las lanzas, les relató un sueño digno de crédito que había tenido y que los llenó de alegría.

12. Este fue el sueño: Onías, el que había sido sumo sacerdote, hombre de bien, modesto, de carácter dulce y hablar mesurado, ejercitado desde niño en la práctica de la virtud, oraba con las manos alzadas en favor de todo el pueblo judío.

13. Luego apareció otro varón, de blancos cabellos y lleno de dignidad, revestido de majestad y de gloria.

14. Onías tomó entonces la palabra y dijo: “Este es Jeremías, el profeta de Dios, que ama a sus hermanos y ora sin cesar por todo el pueblo y por la santa ciudad”.

15. Jeremías extendió entonces su mano derecha y entregó a Judas una espada de oro, mientras le decía:

16. “Toma esta santa espada como un don de Dios. Con ella aniquilarás a tus enemigos”.

17. Reconfortados con estas bellas y elocuentes palabras de Judas, capaces de enardecer el corazón de los jóvenes e infundir valor en ellos, resolvieron todos a una no quedarse en el campamento, sino lanzarse con denuedo a la ofensiva y decidir la situación combatiendo por la causa, puesto que la ciudad, las cosas santas y el Templo se hallaban en peligro.

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