27. Luchaban con las manos, pero invocaban a Dios con el corazón; de esta manera, muy alegres por la manifiesta ayuda de Dios, mataron a no menos de treinta y cinco mil enemigos.
28. Una vez terminada la lucha, al retirarse llenos de alegría, descubrieron a Nicanor, tendido en tierra con toda su armadura.
29. Entonces, entre gritos y clamores, bendecían al Señor en su lengua materna.
30. Y Judas, que se había entregado por entero, en cuerpo y alma, a combatir en primera línea en favor de sus conciudadanos, y que desde su juventud mantenía el afecto por sus compatriotas, ordenó que le cortaran a Nicanor la cabeza y el brazo derecho hasta el hombro, y que los llevaran a Jerusalén.