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2 Macabeos 1:9-23 La Biblia Hispanoamericana Traducción Interconfesional (BHTI)

9. Ahora nos dirigimos de nuevo a ustedes, para animarlos a celebrar la fiesta de las Enramadas en el mes de Quisleu de este año ciento ochenta y ocho”.

10. “Los habitantes de Jerusalén y de Judea, junto con el Consejo de Ancianos y Judas*, saludan y desean prosperidad a Aristóbulo, preceptor del rey Tolomeo, del linaje de los sacerdotes consagrados, y a todos los judíos que viven en Egipto.

11. A Dios, que nos ha librado de graves peligros, le damos fervientes gracias por habernos defendido contra el rey;

12. pues fue Dios mismo quien expulsó a los que combatían contra la ciudad santa.

13. En efecto, sucedió que cuando ese rey llegó a Persia* conduciendo un ejército aparentemente invencible, los sacerdotes de la diosa Nanea le tendieron una trampa, y fue descuartizado.

14. Porque Antíoco, acompañado de sus amigos, se presentó allí con el pretexto de desposarse con la diosa y resuelto a llevarse como dote las grandes riquezas del templo.

15. Los sacerdotes de Nanea las habían expuesto a la vista, y Antíoco se presentó en su templo con unas pocas personas. En cuanto hubo entrado, aquellos cerraron el templo

16. y, por una portezuela secreta que había en el techo, los mataron a pedradas. Después los despedazaron y arrojaron sus cabezas a los que estaban fuera.

17. ¡Sea por siempre bendito nuestro Dios, que entregó a la muerte a los impíos!

18. Como estamos a punto de celebrar la purificación del Templo, el día veinticinco del mes de Quisleu, nos ha parecido oportuno escribirles, para que ustedes también celebren la fiesta de las Enramadas* y se acuerden del fuego que apareció, cuando Nehemías, habiendo ya reconstruido el Templo y el altar, ofreció sacrificios.

19. Pero cuando nuestros antepasados fueron deportados a Persia, los piadosos sacerdotes de entonces tomaron en secreto fuego del altar, y de tal manera lo ocultaron en lo profundo de una cisterna seca, que nadie supo en qué lugar se encontraba.

20. Pasados muchos años, cuando Dios quiso, el rey de Persia envió a Nehemías a los descendientes de aquellos sacerdotes que habían ocultado el fuego. Él les encargó que fueran a buscarlo; pero ellos le dijeron que no habían encontrado el fuego, sino tan sólo un líquido espeso. Entonces les mandó que lo sacaran y se lo llevaran.

21. Cuando ya estaban preparados los sacrificios, Nehemías ordenó a los sacerdotes que rociaran con aquel líquido la leña y todo lo que había sobre ella.

22. Así lo hicieron y, cuando después de cierto tiempo comenzó a brillar el sol, oculto hasta entonces tras una nube, se encendió un fuego enorme que dejó a todos maravillados.

23. Los sacerdotes y todos los presentes oraban mientras se consumía el sacrificio. Jonatán iniciaba la oración, y los demás respondían juntamente con Nehemías.

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