14. Pero Samuel le preguntó:— ¿Y qué significan esos balidos que escucho y esos mugidos que estoy oyendo?
15. Saúl le respondió:— Los han traído de Amalec. La gente ha perdonado la vida a las mejores ovejas y vacas, para ofrecerlas en sacrificio al Señor tu Dios. El resto lo hemos consagrado al exterminio.
16. Samuel repuso:— Calla, que te voy a comunicar lo que el Señor me ha dicho esta noche.Saúl respondió:— Habla.
17. Samuel dijo:— Aunque te consideras insignificante, eres el jefe de las tribus de Israel, pues el Señor te ha ungido como rey de Israel.
18. El Señor te ha enviado a esta campaña con la orden de consagrar al exterminio a esos amalecitas pecadores y de atacarlos hasta acabar con ellos.
19. ¿Por qué te has apoderado del botín desobedeciendo la orden del Señor y haciendo lo que el Señor desaprueba?
20. Saúl le contestó:— Sí que he obedecido la orden del Señor. He realizado la campaña que me encomendó, he traído a Agag, rey de Amalec, y he consagrado al exterminio a los amalecitas.
21. Y si la gente tomó como botín las ovejas y vacas, destinadas al exterminio, fue para ofrecérselas en sacrificio al Señor tu Dios en Guilgal.
22. Samuel respondió:— ¿Acaso el Señor valora más los holocaustos y sacrificios que la obediencia a su palabra? Mira, la obediencia vale más que el sacrificio y la docilidad más que la grasa de carneros.
23. En cambio, la rebeldía es como el pecado de espiritismo, y la arrogancia, como el delito de idolatría. Puesto que has rechazado la palabra del Señor, él te rechaza como rey.
24. Entonces Saúl dijo a Samuel:— He pecado, pues he violado el mandato del Señor y tus palabras, y he obedecido a la gente por miedo.
25. Ahora te ruego que me perdones y que me acompañes para adorar al Señor.
26. Samuel le respondió:— No te acompañaré, pues has rechazado la palabra del Señor y el Señor te rechaza como rey de Israel.
27. Samuel se dio la vuelta para marcharse, pero Saúl le agarró el borde del manto y se lo rompió.
28. Entonces Samuel le dijo:— El Señor también te arranca hoy el reino* de Israel para dárselo a otro mejor que tú.
29. Y es que la Gloria de Israel no miente ni se arrepiente, pues no es un ser humano para arrepentirse.
30. Saúl insistió:— He pecado. Pero ahora te ruego que me rehabilites ante los ancianos del pueblo y ante Israel, y que me acompañes para adorar al Señor, tu Dios.
31. Samuel volvió con Saúl y este adoró al Señor.
32. Luego Samuel ordenó:— Tráiganme a Agag, el rey de Amalec.Agag se acercó a él confiado pensando que ya había superado el mal trago de la muerte.