20. Hemos decidido aceptar el escudo que nos trajeron.
21. Si algunos malvados huyen de su patria judía y van a refugiarse entre ustedes, entrégueselos al sumo sacerdote Simón, para que los castigue de acuerdo con su ley”.
22. Cartas iguales fueron enviadas al rey Demetrio*, a Atalo*, a Ariarates*, a Arsaces
23. y a todos estos países: Sampsame, Esparta, Delos, Mindos, Sición, Caria, Samos, Panfilia, Licia, Halicarnaso, Rodas, Fasélida, Cos, Side, Arados, Górtina, Cnido, Chipre y Cirene.
24. Igualmente, al sumo sacerdote Simón le fue enviada una copia de esta carta.
25. El rey Antíoco, manteniendo el sitio de Dor, acampó en un suburbio de la ciudad y no cesó de atacarla con sus tropas y máquinas de guerra. Tenía cercado a Trifón de manera que nadie podía entrar ni salir.
26. Simón envió en apoyo de Antíoco a dos mil soldados escogidos, y también plata, oro y gran cantidad de armamento.
27. Pero Antíoco no sólo se negó a aceptarlos, sino que además anuló todas las concesiones anteriormente hechas a Simón y se manifestó enemistado con él.
28. Le envió a Atenobio, uno de sus amigos, con el siguiente mensaje: “Ustedes han ocupado Jope, Guézer y la ciudadela de Jerusalén, que son parte de mi reino.
29. Han devastado su territorio y causado graves daños al país; además se han adueñado de muchos lugares de mi reino.
30. Ahora pues, devuélvanme las ciudades que ocuparon y entréguenme los impuestos que percibieron de lugares ajenos a Judea.
31. En otro caso, paguen por los daños causados quinientos talentos de plata, y otros quinientos talentos por los impuestos de las ciudades. De no hacerlo así, les declararemos la guerra”.