41. Por su parte, los judíos y los sacerdotes habían decidido que Simón fuera su jefe y sumo sacerdote permanente, hasta que apareciera un profeta digno de fe.
42. Decidieron igualmente que fuera su jefe militar, que se ocupara del Templo, que designara a los encargados de las obras del mismo y de la administración del país, y también de las cuestiones militares y de las fortalezas;
43. que se cuidara también de la administración del Templo, que fuera obedecido por todos y que, sin excepción, los documentos concernientes al país fueran redactados en su nombre. Además, que vistiera ropas de púrpura y llevara insignias de oro.
44. A nadie del pueblo ni de los sacerdotes le estará permitido quebrantar estas normas, o sea, oponerse a las órdenes de Simón, convocar asambleas sin su previo acuerdo, vestir ropas de púrpura o llevar insignias de oro.
45. El que desobedezca estas disposiciones o no las cumpla, será castigado.
46. El pueblo entero ha acordado conceder a Simón el derecho de actuar de acuerdo con ellas.