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1 Macabeos 13:37-53 La Biblia Hispanoamericana Traducción Interconfesional (BHTI)

37. Hemos recibido la corona de oro y la palma que ustedes nos han mandado. Estamos dispuestos a establecer con ustedes una paz completa, y a dar instrucciones a nuestros funcionarios para que los eximan del pago de impuestos.

38. Todos los tratados que hemos hecho con ustedes tienen un carácter definitivo; en cuanto a las fortalezas que ustedes han construido, quedarán en su poder.

39. Les perdonamos los errores y ofensas que han cometido hasta el día de hoy, y la corona que nos deben. Tampoco se les exigirá el pago de los impuestos correspondientes a Jerusalén.

40. Finalmente, si alguno de entre ustedes desea alistarse en nuestra guardia personal, puede hacerlo. Y que la paz reine entre nosotros”.

41. En el año ciento setenta fue liberado Israel del yugo de los paganos;

42. desde entonces comenzó el pueblo a escribir en los documentos y en los contratos: “En el año primero de Simón, gran sumo sacerdote, general y caudillo de los judíos”.

43. Por aquel tiempo acampó Simón frente a Guézer, y la sitió con su ejército. Construyó una torre móvil de asalto, la acercó a la ciudad y, abriendo brecha en uno de los baluartes, se apoderó de él.

44. Los que estaban en la torre de asalto penetraron entonces en la ciudad, provocando entre la gente un fuerte alboroto.

45. Los habitantes de la ciudad subieron a la muralla con sus mujeres y sus hijos; llevaban las ropas desgarradas, y pedían a gritos que Simón les concediera la paz.

46. Decían:— ¡No nos trates como merece nuestra maldad, sino según tu propia compasión!

47. Entonces Simón pactó con ellos una tregua y no los atacó; pero los expulsó de la ciudad y purificó las casas donde había ídolos. De esta manera entró en la ciudad, entonando himnos y cantos de alabanza.

48. Luego la limpió de todo objeto impuro, y estableció en ella gente cumplidora de la ley. Fortificó la ciudad y se edificó una casa para sí mismo.

49. Como los que ocupaban la ciudadela de Jerusalén no podían salir ni entrar en la región para comprar o vender, comenzaron a pasar tanta hambre que muchos de ellos murieron.

50. En aquel trance clamaron pidiendo la paz a Simón, y él se la concedió; pero luego los echó de allí y purificó la ciudadela de toda contaminación.

51. El día veintitrés del segundo mes del año ciento setenta y uno, penetraron en la ciudadela los judíos, entre cantos de alabanza y palmas, al son de las arpas, los címbalos y las cítaras; entonaban himnos y canciones porque un gran enemigo de Israel había sido aniquilado.

52. Simón ordenó que cada año se celebrara aquel día con toda alegría. Fortificó el monte del Templo que está al lado de la ciudadela, y él y los suyos establecieron allí su residencia.

53. Luego, cuando Simón vio que su hijo Juan ya era un hombre, lo nombró jefe de todos los ejércitos, con residencia en Guézer.

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