Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Mateo 26:43-58 La Biblia De Las Americas (LBLA)

43. Y vino otra vez y los halló durmiendo, porque sus ojos estaban cargados de sueño.

44. Dejándolos de nuevo, se fue y oró por tercera vez, diciendo otra vez las mismas palabras.

45. Entonces vino a los discípulos y les dijo: ¿Todavía estáis durmiendo y descansando? He aquí, ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores.

46. ¡Levantaos! ¡Vamos! Mirad, está cerca el que me entrega.

47. Mientras todavía estaba El hablando, he aquí, Judas, uno de los doce, llegó acompañado de una gran multitud con espadas y garrotes, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo.

48. Y el que le entregaba les había dado una señal, diciendo: Al que yo bese, ése es; prendedle.

49. Y enseguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Rabí! Y le besó.

50. Y Jesús le dijo: Amigo, haz lo que viniste a hacer. Entonces ellos se acercaron, echaron mano a Jesús y le prendieron.

51. Y sucedió que uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo al siervo del sumo sacerdote, le cortó la oreja.

52. Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que tomen la espada, a espada perecerán.

53. ¿O piensas que no puedo rogar a mi Padre, y El pondría a mi disposición ahora mismo más de doce legiones de ángeles?

54. Pero, ¿cómo se cumplirían entonces las Escrituras que dicen que así debe suceder?

55. En aquel momento Jesús dijo a la muchedumbre: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y garrotes para arrestarme? Cada día solía sentarme en el templo para enseñar, y no me prendisteis.

56. Pero todo esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos le abandonaron y huyeron.

57. Y los que prendieron a Jesús le llevaron ante el sumo sacerdote Caifás, donde estaban reunidos los escribas y los ancianos.

58. Y Pedro le fue siguiendo de lejos hasta el patio del sumo sacerdote, y entrando, se sentó con los alguaciles para ver el fin de todo aquello.

Leer capítulo completo Mateo 26