80. Sea íntegro mi corazón en tus estatutos, para que no sea yo avergonzado.
81. Mi alma desfallece por tu salvación; en tu palabra espero.
82. Mis ojos desfallecen esperando tu palabra, mientras digo: ¿Cuándo me consolarás?
83. Aunque he llegado a ser como odre al humo, no me olvido de tus estatutos.