10. Pero eso no es todo. Los dos hijos de Rebeca eran de un mismo padre, nuestro antepasado Isaac,
11-13. y antes que ellos nacieran, cuando aún no habían hecho nada, ni bueno ni malo, Dios anunció a Rebeca: «El mayor será siervo del menor.» Lo cual también está de acuerdo con la Escritura que dice: «Amé a Jacob y aborrecí a Esaú.» Así quedó confirmado el derecho que Dios tiene de escoger, de acuerdo con su propósito, a los que quiere llamar, sin tomar en cuenta lo que hayan hecho.
14. ¿Diremos por eso que Dios es injusto? ¡Claro que no!
15. Porque Dios dijo a Moisés: «Tendré misericordia de quien yo quiera, y tendré compasión también de quien yo quiera.»
16. Así pues, no depende de que el hombre quiera o se esfuerce, sino de que Dios tenga compasión.
17. Pues en la Escritura Dios le dice al rey de Egipto: «Te hice rey precisamente para mostrar en ti mi poder y para darme a conocer en toda la tierra.»
18. De manera que Dios tiene compasión de quien él quiere tenerla, y también le endurece el corazón a quien él quiere endurecérselo.