7. Ninguno de nosotros vive para sí mismo ni muere para sí mismo.
8. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. De manera que, tanto en la vida como en la muerte, del Señor somos.
9. Para eso murió Cristo y volvió a la vida: para ser Señor tanto de los muertos como de los vivos.