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Hechos 21:4-23 Dios Habla Hoy (DHH)

4. Encontramos a los creyentes, y nos quedamos con ellos siete días. Ellos, advertidos por el Espíritu, dijeron a Pablo que no debía ir a Jerusalén.

5. Pero pasados los siete días, salimos. Todos, con sus mujeres y niños, nos acompañaron hasta fuera de la ciudad, y allí en la playa nos arrodillamos y oramos.

6. Luego nos despedimos y subimos al barco, y ellos regresaron a sus casas.

7. Terminamos nuestro viaje por mar yendo de Tiro a Tolemaida, donde saludamos a los hermanos y nos quedamos con ellos un día.

8. Al día siguiente salimos y llegamos a Cesarea. Fuimos a casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete ayudantes de los apóstoles, y nos quedamos con él.

9. Felipe tenía cuatro hijas solteras, que eran profetisas.

10. Ya hacía varios días que estábamos allí, cuando llegó de Judea un profeta llamado Agabo.

11. Al llegar ante nosotros tomó el cinturón de Pablo, se sujetó con él las manos y los pies, y dijo:—El Espíritu Santo dice que en Jerusalén los judíos atarán así al dueño de este cinturón, y lo entregarán en manos de los extranjeros.

12. Al oír esto, nosotros y los de Cesarea rogamos a Pablo que no fuera a Jerusalén.

13. Pero Pablo contestó:—¿Por qué lloran y me ponen triste? Yo estoy dispuesto, no solamente a ser atado sino también a morir en Jerusalén por causa del Señor Jesús.

14. Como no pudimos convencerlo, lo dejamos, diciendo:—Que se haga la voluntad del Señor.

15. Después de esto, nos preparamos y nos fuimos a Jerusalén.

16. Nos acompañaron algunos creyentes de Cesarea, quienes nos llevaron a casa de un hombre de Chipre llamado Mnasón, que era creyente desde hacía mucho tiempo y que iba a darnos alojamiento.

17. Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con alegría.

18. Al día siguiente, Pablo fue con nosotros a visitar a Santiago, y allí estaban también todos los ancianos.

19. Pablo los saludó, y luego les contó detalladamente las cosas que Dios había hecho por medio de él entre los no judíos.

20. Cuando lo oyeron, alabaron a Dios. Dijeron a Pablo:—Bueno, hermano, ya ves que entre los judíos hay muchos miles que han creído, y todos ellos insisten en que es necesario seguir la ley de Moisés.

21. Y les han informado que a todos los judíos que viven en el extranjero tú les enseñas que deben renegar de la ley de Moisés, y les dices que no deben circuncidar a sus hijos ni seguir nuestras costumbres.

22. ¿Qué hay de esto? Pues sin duda la gente va a saber que has venido.

23. Lo mejor es que hagas lo siguiente: Hay aquí, entre nosotros, cuatro hombres que tienen que cumplir una promesa.

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