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Números 22:5-18 Dios Habla Hoy (DHH)

5. y mandó llamar a Balaam, hijo de Beor, quien se encontraba en Petor, junto al río Éufrates, en el país de Amav. Balac ordenó a sus mensajeros que dijeran a Balaam: «De Egipto ha venido un pueblo que se ha extendido por todo el país, y ahora se ha establecido delante de mí.

6. Ven en seguida y maldice a este pueblo por mí, pues es más fuerte que nosotros. Quizá así pueda yo derrotarlos y expulsarlos del país. Yo sé que tus bendiciones y tus maldiciones siempre se cumplen.»

7. Los ancianos de Moab y de Madián se fueron con dinero en la mano para pagar las maldiciones, y al llegar a donde estaba Balaam le dieron el mensaje de parte de Balac.

8. Y Balaam les dijo:—Quédense aquí esta noche, y yo les responderé según lo que el Señor me ordene.Y los ancianos de Moab se quedaron con él.

9. Pero Dios se le apareció a Balaam, y le preguntó:—¿Quiénes son esos hombres que están contigo?

10. Balaam le respondió:—Balac, hijo de Sipor, que es rey de Moab, los envió a que me dijeran

11. que un pueblo ha salido de Egipto, y que se ha extendido por todo el país. Balac quiere que yo vaya en seguida a maldecirlos, para ver si así puede derrotarlos y echarlos fuera de su territorio.

12. Entonces Dios le dijo a Balaam:—No vayas con ellos ni maldigas a ese pueblo, porque a ese pueblo lo he bendecido yo.

13. Al día siguiente Balaam se levantó y les dijo a los jefes que había enviado Balac:—Regresen a su tierra. El Señor no me permite ir con ustedes.

14. Los jefes de Moab regresaron a donde estaba Balac, y le dijeron:—Balaam no quiso venir con nosotros.

15. Pero Balac insistió y volvió a enviar otros jefes, esta vez en mayor número y de más importancia que los primeros.

16. Ellos fueron a ver a Balaam y le dijeron:—Balac, hijo de Sipor, te manda a decir: “Por favor, no te niegues a venir.

17. Yo te daré los más grandes honores, y haré todo lo que me pidas; pero ven y hazme el favor de maldecir a este pueblo.”

18. Pero Balaam les respondió:—Aunque Balac me diera todo el oro y la plata que caben en su palacio, yo no podría hacer nada, ni grande ni pequeño, que fuera contra las órdenes del Señor mi Dios.

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