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Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Job 2 Dios Habla Hoy (DHH)

1. Cuando llegó el día en que debían presentarse ante el Señor sus servidores celestiales, se presentó también el ángel acusador entre ellos.

2. El Señor le preguntó:—¿De dónde vienes?Y el acusador contestó:—He andado recorriendo la tierra de un lado a otro.

3. Entonces el Señor le dijo:—¿Te has fijado en mi siervo Job? No hay nadie en la tierra como él, que me sirva tan fielmente y viva una vida tan recta y sin tacha, cuidando de no hacer mal a nadie. Y aunque tú me hiciste arruinarlo sin motivo alguno, él se mantiene firme en su conducta intachable.

4. Pero el acusador contestó al Señor:—Mientras no lo tocan a uno en su propio pellejo, todo va bien. El hombre está dispuesto a sacrificarlo todo por salvar su vida.

5. Pero tócalo en su propia persona y verás cómo te maldice en tu propia cara.

6. El Señor respondió al acusador:—Está bien, haz con él lo que quieras, con tal de que respetes su vida.

7. El acusador se alejó de la presencia del Señor, y envió sobre Job una terrible enfermedad de la piel que lo cubrió de pies a cabeza.

8. Entonces Job fue a sentarse junto a un montón de basura, y tomó un pedazo de olla rota para rascarse.

9. Pero su mujer le dijo:—¿Todavía te empeñas en seguir siendo bueno? ¡Maldice a Dios y muérete!

10. Job respondió:—¡Mujer, no digas tonterías! Si aceptamos los bienes que Dios nos envía, ¿por qué no vamos a aceptar también los males?Así pues, a pesar de todo, Job no pecó ni siquiera de palabra.

Los amigos de Job van a visitarlo

11. Ahora bien, Job tenía tres amigos: Elifaz, de la región de Temán, Bildad, de la región de Súah, y Sofar, de la región de Naamat. Al enterarse estos de todas las desgracias que le habían sucedido a Job, decidieron ir a consolarlo y acompañarlo en su dolor.

12. A cierta distancia alcanzaron a ver a Job, y como apenas podían reconocerlo, empezaron a gritar y llorar, y llenos de dolor se rasgaron la ropa y lanzaron polvo al aire y sobre sus cabezas.

13. Luego se sentaron en el suelo con él, y durante siete días y siete noches estuvieron allí, sin decir una sola palabra, pues veían que el dolor de Job era muy grande.