10. ¡Ahora déjame en paz, que estoy ardiendo de enojo y voy a acabar con ellos! Pero de ti voy a hacer una gran nación.
11. Moisés, sin embargo, trató de calmar al Señor su Dios con estas palabras:—Señor, ¿por qué vas a arder de enojo contra tu pueblo, el que tú mismo sacaste de Egipto con gran despliegue de poder?
12. ¿Cómo vas a dejar que digan los egipcios: “Dios los sacó con la mala intención de matarlos en las montañas, para borrarlos de la superficie de la tierra”? Deja ya de arder de enojo; renuncia a la idea de hacer daño a tu pueblo.
13. Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo y les dijiste: “Haré que los descendientes de ustedes sean tan numerosos como las estrellas del cielo, y toda esta tierra que les he prometido a ustedes se la daré como su herencia para siempre.”
14. El Señor renunció a la idea que había expresado de hacer daño a su pueblo.
15. Entonces Moisés se dispuso a bajar del monte, trayendo en sus manos las dos tablas de la ley, las cuales estaban escritas por los dos lados.
16. Dios mismo había hecho las tablas, y Dios mismo había grabado lo que estaba escrito en ellas.
17. Cuando Josué escuchó los gritos de la gente, le dijo a Moisés:—Se oyen gritos de guerra en el campamento.
18. Pero Moisés contestó:—No son cantos alegres de victoria, ni son cantos tristes de derrota; son otros cantos los que escucho.
19. En cuanto Moisés se acercó al campamento y vio el becerro y los bailes, ardió de enojo y arrojó de sus manos las tablas, haciéndolas pedazos al pie del monte;
20. en seguida agarró el becerro y lo arrojó al fuego, luego lo molió hasta hacerlo polvo, y el polvo lo roció sobre el agua; entonces hizo que los israelitas bebieran de aquella agua.
21. Y le dijo a Aarón:—¿Qué te hizo este pueblo, que le has hecho cometer un pecado tan grande?
22. Y Aarón contestó:—Señor mío, no te enojes conmigo. Tú bien sabes que a esta gente le gusta hacer lo malo.
23. Ellos me dijeron: “Haznos un dios que nos guíe, porque no sabemos qué pudo haberle pasado a este Moisés que nos sacó de Egipto.”
24. Yo les contesté: “El que tenga oro, que lo aparte.” Ellos me dieron el oro, yo lo eché en el fuego, ¡y salió este becerro!