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Esdras 8:6-21 Dios Habla Hoy (DHH)

6. Ébed, hijo de Jonatán, de los descendientes de Adín, acompañado de cincuenta hombres;

7. Isaías, hijo de Atalías, de los descendientes de Elam, acompañado de setenta hombres;

8. Zebadías, hijo de Micael, de los descendientes de Sefatías, acompañado de ochenta hombres;

9. Abdías, hijo de Jehiel, de los descendientes de Joab, acompañado de doscientos dieciocho hombres;

10. Selomit, hijo de Josifías, de los descendientes de Baní, acompañado de ciento sesenta hombres;

11. Zacarías, hijo de Bebai, de los descendientes de Bebai, acompañado de veintiocho hombres;

12. Johanán, hijo de Hacatán, de los descendientes de Azgad, acompañado de ciento diez hombres;

13. Elifélet, Jeiel y Semaías, últimos descendientes de Adonicam, acompañados de sesenta hombres, volvieron más tarde.

14. Utai y Zabud, de los descendientes de Bigvai, acompañados de setenta hombres.

15. Yo, Esdras, los reuní a todos ellos junto al canal que va a dar al río Ahavá, y acampamos allí tres días. Y cuando pasé revista a la gente y a los sacerdotes, no encontré a ningún levita.

16. Por lo tanto envié a Eliézer, Ariel, Semaías, Elnatán, Jarib, Elnatán, Natán, Zacarías y Mesulam, que eran personas importantes, y también a los maestros Joiarib y Elnatán,

17. con la orden de visitar a Idó, jefe del lugar llamado Casifiá, y les dije todo lo que tenían que comunicar a Idó y sus compañeros, los sirvientes del templo que estaban en Casifiá, para que nos trajeran gente que nos ayudara en el templo de nuestro Dios.

18. Y, gracias a Dios, nos trajeron a Serebías, hombre muy capaz, descendiente de un levita llamado Mahli, con sus hijos y hermanos; dieciocho personas en total.

19. Además nos trajeron a Hasabías e Isaías, descendientes de Merarí, que con sus hijos y hermanos sumaban veinte personas.

20. De los sirvientes del templo puestos por David y los dirigentes al servicio de los levitas, había doscientos veinte, todos ellos nombrados personalmente.

21. Después proclamé un ayuno cerca del río Ahavá, para que reconociéramos nuestras faltas ante nuestro Dios, y para pedirle que nos llevara con bien a nosotros, nuestras familias y nuestras posesiones.

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