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Deuteronomio 2:2-14 Dios Habla Hoy (DHH)

2. Entonces el Señor me dijo:

3. “Ya llevan demasiado tiempo rodeando estas montañas; váyanse ahora hacia el norte.

4. Dale esta orden al pueblo: Ustedes van a pasar por el territorio de los descendientes de Esaú, que viven en Seír y son parientes de ustedes. Ellos tienen miedo de ustedes; sin embargo, tengan mucho cuidado

5. y no los ataquen, pues yo no les daré a ustedes ni una sola parte de ese país, porque las montañas de Seír son propiedad de los descendientes de Esaú. Yo se las di a ellos.

6. Ustedes les pedirán que les vendan los alimentos que necesiten, y pagarán por ellos y aun por el agua que beban.”

7. El Señor y Dios de ustedes los ha bendecido en todo lo que han hecho; durante estos cuarenta años ha estado con ustedes y los ha cuidado en su marcha por este inmenso desierto, sin que nada les haya faltado.

8. »Después nos alejamos camino del Arabá, de Elat y Esión-guéber, y pasamos por las tierras de nuestros parientes, los descendientes de Esaú que viven en Seír, y allí hicimos un rodeo para tomar el camino del desierto de Moab.

9. Entonces el Señor me dijo: “No molestes ni ataques a los moabitas, pues son descendientes de Lot, y no te daré ni la más pequeña parte de su país. Yo les he dado en propiedad la región de Ar.”

10. (Este país fue habitado en tiempos antiguos por los emitas, que eran gente grande y numerosa, y alta como los descendientes del gigante Anac.

11. En realidad, la gente creía que eran refaítas, aunque los moabitas los llamaban emitas.

12. Esta región de Seír fue habitada antes por los horeos, pero los descendientes de Esaú exterminaron a sus habitantes y ocuparon el país, quedándose a vivir allí tal como lo ha hecho Israel con el país que el Señor le ha dado.)

13. “Y ahora —dijo el Señor—, pónganse en marcha y crucen el arroyo Zéred.” Y entonces cruzamos el arroyo.

14. »Desde que salimos de Cadés-barnea hasta el día en que cruzamos el arroyo Zéred, pasaron treinta y ocho años. Para entonces ya había muerto toda la generación de hombres de guerra que había en el campamento, tal como el Señor se lo había jurado.

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