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2 Reyes 18:24-37 Dios Habla Hoy (DHH)

24. Tú no eres capaz de hacer huir ni al más insignificante de los oficiales asirios, ¿y esperas conseguir jinetes y caballos en Egipto?

25. Además, ¿crees que yo he venido a atacar y destruir este país sin contar con el Señor? ¡Él fue quien me ordenó atacarlo y destruirlo!”

26. Eliaquim, Sebná y Joah respondieron al oficial asirio:—Por favor, háblenos usted en arameo, pues nosotros lo entendemos. No nos hable usted en hebreo, pues toda la gente que hay en la muralla está escuchando.

27. Pero el oficial asirio dijo:—No fue a tu amo, ni a ustedes, a quienes el rey de Asiria me mandó que dijera esto; fue precisamente a la gente que está sobre la muralla, pues ellos, lo mismo que ustedes, tendrán que comerse su propio excremento y beberse sus propios orines.

28. Entonces el oficial, de pie, gritó bien fuerte en hebreo:—Oigan lo que les dice el gran rey, el rey de Asiria:

29. “No se dejen engañar por Ezequías; él no puede salvarlos de mi mano.”

30. Si Ezequías quiere convencerlos de que confíen en el Señor, y les dice: “El Señor ciertamente nos salvará; él no permitirá que esta ciudad caiga en poder del rey de Asiria”,

31. no le hagan caso. El rey de Asiria me manda a decirles que hagan las paces con él, y que se rindan, y así cada uno podrá comer del producto de su viñedo y de su higuera y beber el agua de su propia cisterna.

32. Después los llevará a un país parecido al de ustedes, un país de trigales y viñedos, para hacer pan y vino, un país de aceite de oliva y miel. Entonces podrán vivir bien y no morirán. Pero no le hagan caso a Ezequías, porque los engaña al decir que el Señor los va a librar.

33. ¿Acaso alguno de los dioses de los otros pueblos pudo salvar a su país del poder del rey de Asiria?

34. ¿Dónde están los dioses de Hamat y de Arpad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvaim, Hená e Ivá? ¿Acaso pudieron salvar del poder de Asiria a Samaria?

35. ¿Cuál de todos los dioses de esos países pudo salvar a su nación del poder del rey de Asiria? ¿Por qué piensan que el Señor puede salvar a Jerusalén?

36. La gente se quedó callada y no le respondió ni una palabra, porque el rey había ordenado que no respondieran nada.

37. Entonces Eliaquim, mayordomo de palacio, Sebná, el cronista, y Joah, secretario del rey, afligidos se rasgaron la ropa y se fueron a ver a Ezequías para contarle lo que había dicho el alto oficial asirio.

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