36. Después propuso Saúl:—Bajemos esta noche a perseguir a los filisteos y hagamos un saqueo hasta el amanecer, sin dejar vivo a ninguno.Todos respondieron:—Haz lo que te parezca mejor.Pero el sacerdote dijo:—Antes que nada, consultemos a Dios.
37. Entonces Saúl consultó a Dios:—¿Debo perseguir a los filisteos? ¿Los entregarás en manos de los israelitas?Pero el Señor no le respondió ese día.
38. Por lo tanto Saúl dijo:—Acérquense aquí todos los jefes del ejército, y averigüen quién ha cometido hoy este pecado.
39. ¡Juro por el Señor, el salvador de Israel, que aunque haya sido mi hijo Jonatán, tendrá que morir!Nadie en el ejército respondió;
40. por eso Saúl dijo a todos los israelitas:—Pónganse ustedes de este lado, y del otro nos pondremos mi hijo Jonatán y yo.—Haz lo que te parezca mejor —contestó la tropa.
41. Entonces Saúl exclamó:—Señor y Dios de Israel, ¿por qué no has respondido hoy a tu servidor? Si la culpa es mía, o de mi hijo Jonatán, al echar las suertes saldrá el Urim; pero si la culpa es de Israel, tu pueblo, al echar las suertes saldrá el Tumim.La suerte cayó sobre Jonatán y Saúl, y el pueblo quedó libre de culpa.
42. Luego Saúl dijo:—Echen suertes entre mi hijo Jonatán y yo.Y la suerte cayó sobre Jonatán,
43. por lo cual dijo Saúl a Jonatán:—Confiésame lo que has hecho.Jonatán confesó:—Realmente probé un poco de miel con la punta de la vara que llevaba en la mano. Pero aquí estoy, dispuesto a morir.
44. Saúl exclamó:—¡Que Dios me castigue con toda dureza si no mueres, Jonatán!