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1 Reyes 8:26-38-39 Dios Habla Hoy (DHH)

26. Así pues, Dios de Israel, haz que se cumpla la promesa que hiciste a mi padre, tu servidor David.

27. »Pero ¿será verdad que Dios puede vivir sobre la tierra? Si el cielo, en toda su inmensidad, no puede contenerte, ¡cuánto menos este templo que he construido para ti!

28. No obstante, Señor y Dios mío, atiende mi ruego y mi súplica; escucha el clamor y la oración que este siervo tuyo te dirige hoy.

29. No dejes de mirar, ni de día ni de noche, este templo, lugar donde tú has dicho que estarás presente. Escucha la oración que aquí te dirige este siervo tuyo.

30. Escucha mis súplicas y las de tu pueblo Israel cuando oremos hacia este lugar. Escúchalas en el cielo, lugar donde vives, y concédenos tu perdón.

31. »Cuando alguien cometa una falta contra su prójimo, y le obliguen a jurar ante tu altar en este templo,

32. escucha tú desde el cielo, y actúa; haz justicia a tus siervos. Condena al culpable, haciendo recaer sobre él el castigo por sus malas acciones, y haz justicia al inocente, según le corresponda.

33. »Cuando el enemigo derrote a tu pueblo Israel por haber pecado contra ti, si luego éste se vuelve a ti y alaba tu nombre, y en sus oraciones te suplica en este templo,

34. escúchalo tú desde el cielo, perdona su pecado, y hazlo volver al país que diste a sus antepasados.

35. »Cuando haya una sequía y no llueva porque el pueblo pecó contra ti, si luego ora hacia este lugar, y alaba tu nombre, y se arrepiente de su pecado a causa de tu castigo,

36. escúchalo tú desde el cielo y perdona el pecado de tus siervos, de tu pueblo Israel, y enséñales el buen camino que deben seguir. Envía entonces tu lluvia a esta tierra que diste en herencia a tu pueblo.

37. »Cuando en el país haya hambre, o peste, o las plantas se sequen por el calor, o vengan plagas de hongos, langostas o pulgón; cuando el enemigo rodee nuestras ciudades y las ataque, o venga cualquier otra desgracia o enfermedad,

38-39. escucha entonces toda oración o súplica hecha por cualquier persona, o por todo tu pueblo Israel, que al ver su desgracia y dolor extienda sus manos en oración hacia este templo. Escucha tú desde el cielo, desde el lugar donde habitas, y concede tu perdón; intervén y da a cada uno según merezcan sus acciones, pues sólo tú conoces las intenciones y el corazón del hombre.

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