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1 Reyes 22:24-39 Dios Habla Hoy (DHH)

24. Entonces Sedequías, hijo de Quenaaná, acercándose a Micaías le dio una bofetada y dijo:—¿Por dónde se me fue el espíritu del Señor para hablarte a ti?

25. Y Micaías le respondió:—Lo sabrás el día que andes escondiéndote de habitación en habitación.

26. Entonces el rey de Israel ordenó:—¡Agarren a Micaías y llévenlo preso ante Amón, el gobernador de la ciudad, y ante Joás, mi hijo!

27. Díganles que yo ordeno que lo metan en la cárcel y lo tengan a ración escasa de pan y agua, hasta que yo regrese sano y salvo.

28. Todavía añadió Micaías:«Si tú vuelves sano y salvo,el Señor no ha hablado por medio de mí.»

29. Así pues, el rey de Israel, y Josafat, el rey de Judá, avanzaron contra Ramot de Galaad.

30. Y el rey de Israel dijo a Josafat:—Yo voy a entrar en la batalla disfrazado, y tú te pondrás mi ropa.Así el rey de Israel se disfrazó y entró en combate.

31. Pero el rey de Siria había ordenado a los treinta y dos capitanes de sus carros de combate que no atacaran a nadie que no fuera el rey de Israel.

32. Y cuando los capitanes de los carros vieron a Josafat, pensaron que él era el rey de Israel y lo rodearon para atacarlo. Entonces Josafat gritó pidiendo ayuda,

33. y al ver ellos que no era el rey de Israel, dejaron de perseguirlo.

34. Pero un soldado disparó su arco al azar, e hirió de muerte al rey de Israel por entre las juntas de la armadura. Entonces éste le ordenó al conductor de su carro:—Da la vuelta y sácame del combate, porque estoy gravemente herido.

35. La batalla fue dura aquel día, y al rey se le mantuvo en pie en su carro, haciendo frente a los sirios. Pero a la tarde murió, pues la sangre de su herida corría por la plataforma del carro.

36. Cuando ya el sol se ponía, corrió la voz entre las filas del ejército: «¡Cada cual a su pueblo y a su tierra,

37. porque el rey ha muerto!»Entonces el rey fue llevado a Samaria, y allí lo enterraron.

38. Después lavaron el carro en el estanque de Samaria, donde se bañaban las prostitutas, y los perros lamieron la sangre de Ahab, conforme a lo que el Señor había anunciado.

39. El resto de la historia de Ahab y de todo lo que hizo, y del palacio de marfil y las ciudades que construyó, está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

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