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1 Reyes 13:21-34 Dios Habla Hoy (DHH)

21. y en voz alta dijo el anciano a éste:—El Señor ha dicho que por haber tú desobedecido las órdenes que te dio,

22. pues te volviste para comer y beber donde el Señor te ordenó que no lo hicieras, no reposará tu cuerpo en el sepulcro de tus antepasados.

23. Cuando el profeta de Judá acabó de comer y beber, el profeta anciano le aparejó el asno,

24. y el profeta de Judá se fue. Pero en el camino le salió al encuentro un león y lo mató, y su cuerpo quedó tirado en el camino. El asno y el león, sin embargo, se quedaron junto al cadáver.

25. En eso pasaron unos hombres y vieron el cadáver tirado en el camino, y que el león estaba todavía junto a él. Y cuando llegaron a la ciudad donde vivía el profeta anciano, contaron lo que habían visto.

26. Al saberlo, el profeta anciano que había hecho volver al otro, exclamó: «Ése es el profeta que desobedeció la orden del Señor. Por eso el Señor lo ha entregado a un león, que lo ha despedazado y matado, conforme a lo que el Señor le dijo.»

27. En seguida pidió a sus hijos que le aparejaran un asno, y ellos lo hicieron así.

28. Entonces el profeta anciano se fue y encontró el cadáver tirado en el camino y, junto a él, al asno y al león. El león no había devorado el cadáver ni despedazado al asno.

29. Entonces el profeta anciano levantó el cuerpo del profeta de Judá, lo echó sobre el asno y volvió con él a su ciudad, para hacerle duelo y enterrarlo.

30. Lo enterró en su propio sepulcro, y lloró por él, diciendo: «¡Ay, hermano mío!»

31. Después de enterrarlo, dijo a sus hijos:—Cuando yo muera, entiérrenme en el mismo sepulcro en que he enterrado a este hombre de Dios. Pongan mis restos junto a los suyos,

32. porque sin duda se cumplirá lo que él anunció por orden del Señor contra el altar de Betel y contra todos los santuarios en lugares altos que hay en las ciudades de Samaria.

33. A pesar de esto, Jeroboam no abandonó su mala conducta, sino que volvió a nombrar sacerdotes de entre el pueblo para los santuarios en lugares altos. A quien así lo deseaba, Jeroboam lo consagraba sacerdote de tales santuarios.

34. Tal proceder fue la causa de que la descendencia de Jeroboam pecara, y que, por lo mismo, fuera exterminada por completo.

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