7-8. Los discípulos habían ido al pueblo a comprar algo de comer. En esto una mujer de Samaria llegó al pozo a sacar agua, y Jesús le pidió:–Dame un poco de agua.
9. Pero como los judíos no tienen trato con los samaritanos, la mujer le respondió:–¿Cómo tú, que eres judío, me pides agua a mí, que soy samaritana?
10. Jesús le contestó:–Si supieras lo que Dios da y quién es el que te está pidiendo agua, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva.
11. La mujer le dijo:–Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua y el pozo es muy hondo: ¿de dónde vas a darme agua viva?
12. Nuestro antepasado Jacob nos dejó este pozo, del que él mismo bebía y del que bebían también sus hijos y sus animales. ¿Acaso eres tú más que él?
13. Jesús le contestó:–Los que beben de esta agua volverán a tener sed;
14. pero el que beba del agua que yo le daré, jamás volverá a tener sed. Porque el agua que yo le daré brotará en él como un manantial de vida eterna.
15. La mujer le dijo:–Señor, dame de esa agua, para que no vuelva yo a tener sed ni haya de venir aquí a sacarla.
16. Jesús le dijo:–Ve a llamar a tu marido y vuelve acá.
17. –No tengo marido –contestó ella.Jesús le dijo:–Bien dices que no tienes marido,
18. porque has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es tu marido. Es cierto lo que has dicho.
19. Al oir esto, le dijo la mujer:–Señor, ya veo que eres un profeta.
20. Nuestros antepasados los samaritanos adoraron a Dios aquí, en este monte, pero vosotros los judíos decís que debemos adorarle en Jerusalén.